En la biblioteca escolar de la sede A de nuestra institución, el martes 11 de septiembre, en horas de la mañana, tuvimos el gran privilegio de acercarnos al escritor santandereano Guillermo Quijano (Zapatoca, 1953) pedagogo, poeta y narrador que conquistó los corazones de los niños, niñas, padres y docentes que nos acompañaron a esta cita matutina. El importante apoyo y dirección de la docente Islén Guzman para concretar este encuentro con el autor colombiano fue decisivo. Los estudiantes de grado tercero de la jornada de la mañana tuvieron la oportunidad de inquirir en su vida personal, profesional y, ¡por supuesto!, en otros interrogantes que se centraron en el destino de Chandoski, aquel perrito criollo que narra sus peripecias bajo el abrigo de su amo y otros personajes típicos de la sociedad criolla. Los pequeños conocieron de primera mano cómo llegó el maestro Guillermo a ser escritor, qué lo inspiró a escribir esta hermosa obra y cómo pueden los niños animarse a romper las barreras que se encuentran establecidas, en muchos casos, por nuestra sociedad, sobre el arduo oficio de ser escritor o de escribir. También hizo una invitación a leer, por gusto, además de las lecturas obligadas, porque es a través de este que puede lograrse narrar a otros, de forma sencilla y llamativa con historias como la de Chandoski, tantas lecciones sensibles y esenciales para la vida, como la lealtad, el compromiso y la generosidad. ¡Gracias maestro Quijano! Recordaremos con alegría la oportunidad que nos dio para acercarnos a la humanidad detrás del arte.
SEDE B: Clle 10 SUR 13 - 27, tel.: 2894420. La biblioteca escolar de la Escuela Normal Superior Distrital María Montessori como centro recreativo, cultural y pedagógico contribuye a la formación de lectores y aprendices de por vida; además, garantiza la recopilación, conservación y difusión del conocimiento, la cultura del hombre y su formación a través del tiempo.
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viernes, 14 de septiembre de 2018
lunes, 30 de julio de 2018
Todas para una... experiencia de aprendizaje significativo
En la Escuela, todo
era normal. Por ejemplo, el horario de entrada, 6:30 a.m., lloviera, tronara o
relampagueara, los niños, sus padres y docentes acudían a su cita mañanera, en
el mismo punto, con los mismos afanes y quizás, preocupaciones también. Todos los
días eran iguales, todos eran los mismos, todos eran “normales”. Hace un
tiempo, en la Escuela, donde casi todo era rutinario, las clases, los recreos,
los juegos… casi todo, surgieron tres figuras femeninas, docentes, madres,
aventureras y apasionadas por esto de enseñar y aprender, que le imprimieron el
color a este lienzo de paredes, niños y monotonía: María Ximena, Elga y Ana
Lucía. Son mejor conocidas por sus estudiantes como las “profes”; hace un
tiempo, se atrevieron a romper la rutina en su enseñanza. En este sentido
decidieron denominar a su proyecto “Rompiendo la Ruta de la Rutina”. Aunque
parecía más fácil decirlo que hacerlo, las tenaces maestras se fijaron un rumbo
a seguir: enamorar a sus estudiantes, a los padres, enamorarse más ellas mismas
de su labor y a otros, de las letras (para hablar y escribir), los libros y las
lecturas de cualquiera de las áreas que a bien, impartían a los pequeños,
mediando ante menudo desafío, el amor y la búsqueda de experiencias personales
en otros ambientes, porque todo sabemos, como reza el dicho popular, “uno se
hace el ambiente”.
Desde hace dos
años, María Ximena, Elga y Ana Lucía, decidieron incursionar en un terreno
desconocido, en un campo espinoso de incertidumbres y obstáculos que pareciera
que nadie pudiera transitar: hacer de la
lectura y la escritura una experiencia colectiva única. Sí, es cierto que
todos los que de algún modo u otro aportamos algo a la enseñanza reconocemos el
valor que envuelve leer y escribir, y nos esforzamos porque los niños y niñas
aprendan significados, tiempos verbales y otras formas que enriquecen nuestro
idioma… y todo eso está bien, pero pocos dan un salto de eso que llamamos
“normal” o “¿formal?” a lo extraordinario, anormal o atípico.
A esta odisea de
romper la ruta de la rutina se sumaron, años siguientes, otros personajes con
sus singularidades: el bibliotecario escolar, padres de familia, los y las
estudiantes maestros en formación de la Escuela, estudiantes de universidades
reconocidas… y recientemente, otros docentes y líderes regionales de Colombia.
Y como todo lo que
es revolucionario comienza con una idea, como la de hace un poco más de dos siglos,
en Francia, cuando era manifiesto el hastío del sistema monárquico, esta idea,
la de enamorar a niños y padres y a otros que quisieran ser seducidos por la
lectura y la escritura mirada desde distintos prismáticos, inició con un
“algo”. Ese “algo” que pudiera ser animado y transformado empleando la
imaginación, el deseo y un lápiz. Es como surge el cuaderno viajero, idea esta que parte de pensar cómo conducir a los
niños a leer comenzando con lo que es cotidiano. Aquí los padres cobran cierto
protagonismo. Cada uno debía escribir sobre su hijo o hija, remembrar momentos
especiales con ellos, escribiendo y leyendo lo especial que son y sobre cuánto
los aman. Un ejercicio de escritura y lectura de dos, padres e hijos. Esto le
da sentido a la primera parte del nombre de la idea: cuaderno, y el segundo, el de “viajero”, obedecía a que dicho
objeto visitaba las casas de todos los estudiantes… todos.
A este escenario
llegan después los juguetes de peluche, quienes revivirían en las narrativas
fantasiosas de los niños de la Escuela con varios elementos particularmente
sensibles, la de cuidar y desarrollar vínculos con aquella “mascota”. Uno de
los personajes precursores de estas historias fue Chiquis Lindura, bautizado
así por los pequeños de tercero, un pequeño tigre de felpa que visitó los
hogares y recibió al afecto y la atención de sus familias anfitrionas. De allí,
la escritura y la lectura iba cobrando más sentido para los niños y los padres.
Un poco similar a la pregunta, ¿qué hiciste hoy? pero el plural, o sea, ¿qué
hicimos? posteriormente plasmado con puño y letra por ellos, como quisieran
hacerlo, sin normas u otros atavíos formales, a veces, como son las tareas en
la Escuela.
Esta idea, los
logros obtenidos en términos de lectura, escritura, afectividad e interés tenía
que trascender. Es propio de nosotros, los humanos, querer emancipar nuestro
legado y hasta mejorarlo. Saben, en la educación, esto tiene mucha importancia.
En un momento de sus atareados días, no sabemos la hora ni el lugar con
precisión, una de esas conversaciones sin fin en las que aquellas maestras se
pensaban y se repensaban su quehacer, trataron de buscar la manera de hacer que
el “conocimiento” retomara una mayor relevancia para ellos, curiosas mentes
ávidas por aprender de otra manera, una más divertida y hasta vivencial, además
de ayudar a otros que no avanzaban lo suficiente, que no podían, seguir el ritmo.
Esta otra inquietud
que emergió durante el recorrido por la nueva Ruta, contraria a la rutinaria
que vivían docentes, padres y niños, permitió que fueran las maestras las
conductoras de un proceso que abarcó ahora, no solo el lenguaje y las habilidades
comunicativas sino las ciencias, las matemáticas, la historia... leer, escribir
y comprender de células, multiplicaciones y biografías, lo que todos conocemos
como transversalización. Se entendió, entonces, que las dificultades,
obstáculos y desafíos que los niños enfrentaban en su proceso lectoescritor no
era solo cuestión de la enseñanza del lenguaje. Todas las áreas tenían que
participar en la promoción de las prácticas de lectura y escritura, en casa, en
el aula, en la biblioteca, en su cotidianidad (lo que también llamamos hoy,
lectura en contexto).
Ya, a esta altura,
aún sin la completa comprensión de sus colegas, las tres intrépidas maestras,
María Ximena, Elga y Ana Lucía, siguieron contagiando y seduciendo con sus
anormales ideas a otros actores educativos aquí y allá, queriendo demostrar que
sí es posible educar con interés, creatividad y valor, esta vez, para
trascender los muros físicos de la escuela y otros de tipo geográfico a través
de la iniciativa “En-cartados por Colombia”, una estrategia que busca conectar
al país, el país de los niños y niñas, de los maestros y maestras, de las
experiencias pedagógicas, por medio de cartas, entre pares, con el fin de
diversificar y acercarse a otros contextos, buscando la manera para rescatar la
escritura y lectura de epístolas, arte en vía de extinción, que se constituya
como experiencia personal y colectiva al mismo tiempo.
La idea que inició
esta arriesgada apuesta por la educación ya dejó de serla. Ahora, es un
proyecto intercultural, interinstitucional con carácter nacional que busca
promover el intercambio de saberes, de experiencias y de visiones sobre la
educación como medio para aprender, enseñar y comunicarnos, en todas sus
formas, orales o escritas, es una clara manera de probar que si todos
trabajamos para sacar adelante una idea, una que verdaderamente rompa los
esquemas establecidos, rutinarios y aniquiladores de la pasión por enseñar,
obtendremos lo que sin duda, muchos de los que estamos aquí presentes, con
interés deseamos lograr: que la educación genere verdadera felicidad.
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